domingo, 17 de junio de 2012

-Ampárame Madre Mía

Por Ricardo Díaz-Manresa

Díaz-Manresa

No hay nada nuevo bajo el sol pero puede que algo quede por descubrir. Por ejemplo, la nueva forma de rezar de los toreros que el 31 de mayo del pasado San Isidro, precisamente el último día del Mes de la Virgen, el mayo florido y hermoso, en el que cantábamos en los colegios la canción-oración inolvidable y repetida dulce y nostálgicamente del “venid y vamos todos”. Y ya se sabe que el que canta reza dos veces. De ahí la importancia de la música.

Pues bien, en ese día de la Visitación de María aparece para hacer el paseíllo en las Ventas, el torero de la calle madrileña de Almagro José María Lázaro para matar la corrida de José Escolar, ganadería fuerte, encastada, dura, los llamados victorinos de hace 30 años. Me sorprendió nada más salir el crucigrama de San Isidro ver en este cartel a un torero joven, sin demasiadas corridas en varios años, aunque muy curtido de novillero por muchas plazas. Si sale mala, pienso, las pasará canutas, pero ese es el cartel de las lentejas, como tantos otros. Si quieres las tomas… y, si no, hay muchos dispuestos a sustituirte.

Ya en el túnel del paseíllo, donde tantos nervios y angustias se deben pasar, llega José María Lázaro y al ceñirse el capote de paseo se observa algo raro.  Es la primera vez que ese capote no lleva imágenes de Cristos, Vírgenes, Santos importantes e incluso para los descreídos que se juegan la vida, y que se cuentan con los dedos de una mano, flores bordadas que parecen un jardín. De mayo, naturalmente. Pues no, el de Lázaro no lleva ni una. Solamente un texto. Originalidad nunca vista. Se acerca el entrevistador de la tele, se lo hace notar, le pregunta qué pone y le contesta el torero : Léelo tú. Y lo hace. Y va inscrita una oración que dice así :

José María Lázaro, reza

José María Lázaro reza en silencio

-Ampárame Madre Mía
Madre de Nuestro Señor
No repares mi miseria
Repara, sí, mi dolor.
Y que postrado a tus pies
Te suplico con fervor :
Dame tu protección.

Es decir, una nueva forma de rezar de los toreros en un capote escrito. Rezar y que lo puedan hacer los demás leyendo antes, en y después del paseíllo, ya entonces extendido en la barrera.

Un capote bordado por la mujer del torero, una oración de los devotos a la Virgen de la Antigua de Guadalajara. Estampa de leyenda con la esposa enamorada pidiendo por el hombre que se juega la vida. Muchos pasodobles nos lo han contado a lo largo de la Historia.
Una oración, en este caso, de últimos del siglo XIX ó primeros del XX, que se reza a esa Virgen en tierras alcareñas. Un José María que le reza a María a la vista de las 24.000 personas de Las Ventas.

¿Y qué pasó en la tarde? La corrida fue tan dura y difícil como encastada y  casi imposible de torear, pero José María no pasó apuros y sencillamente la mató, que no es poco. El primero además se dió contra las tablas y descoordinó sus movimientos, por lo que fue todavía de más difícil lucimiento. Lidian mal a los dos una cuadrilla poco ducha en estos menesteres. Bueno, como habrían hecho la mayoría ante esta papeleta. José María la mata, que ya es bastante. Y no pasa apuros, que es mucho. El pasado agosto estuvo bien en Madrid y, por tanto, merece volver y tener más suerte con los toros.

En un coloquio en el reciente San Isidro, que dirigía Juan Miguel Núñez con la ayuda de José Luis Carabias, comenté con el muy veterano y gran torero Jaime Ostos si había visto algo parecido en su larga vida –estábamos en el 1 de junio y, por tanto, lo de Lázaro tan reciente como que era de la tarde anterior- y me dijo. No.

-Sólo he visto un torero mexicano, que debajo de la imagen de la Virgen de Guadalupe, bordada en el capote de paseo, lleva una palabra debajo : Ampárame.

Esa palabra –casualidades- la misma con la que empieza esta oración a la Virgen de la Antigua de Guadalajara. Ampárame.
La historia tiene más miga y por eso me fijé tanto en José María, aunque lo habría hecho de todas maneras. Fue compañero de mi hijo Jesús en el Colegio San Diego y San Vicente de la calle madrileña Eduardo Dato, antes con el precioso y poético nombre de Paseo del Cisne. Durante años me decía que en su colegio había un torero. No le hice caso y era verdad.

El día uno de junio se lo conté a las monjas, a mi querida Sor María Luisa y, tras la historia, por poco se desmaya. Le emocionó el gesto y que siguiera fiel a lo que le habían enseñado de niño. Este José María siempre fue fiel ya que se había casado en la gran capilla del Colegio ante la Virgen Milagrosa.

Esas monjas que lo fueron a ver en su presentación de novillero en Las Ventas y que rezaron por él el día que Ortega Cano le dio la alternativa en Toledo, con Jesulín. Y cada vez que torea.

Algunos lectores pensarán que lo importante para un torero es dar pases y cortar las orejas. Pues sí. También, y mucho, lo otro. La nueva forma torera de rezar.

Ahora que hay un paréntesis en la actividad torera hasta las ferias de junio –Alicante, Algeciras, Badajoz, Burgos, Soria, León- es bonito que se sepan estas historias del reciente San Isidro. Y, ya ven, ferias de junio, la mayoría bajo el patrocinio de otros dos santos de tronío : San Juan Bautista y San Pedro Apóstol. Todo va en el mismo cauce.

Religión y toreo. Cultura y toreo. Tradición y toreo. Historia y toreo. Todo junto.

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