martes, 18 de octubre de 2011

EN EL “TEATRO PROSPERIDAD” VUELVE EL BURLADOR DESTERRADO

©Dolores de Lara  Por ANTONIO DE OLANO / Fotografía: ©DOLORES DE LARA 

Desde que el “Teatro Español” pasó de ser un templo de Tespis a convertirse en el patio de Monipodio, desde que se hacía en su escenario arte, arte divertido que así debe ser el verdadero Arte, hasta que se convirtió en una “chafallada” de programación ambigua y desconcertante, “Don Juan Tenorio” no regresó a España de su divertido exilio italiano.

Lo desterró la pandilla de Nuria Moreno Espert, que entregó el coliseo del Príncipe a la vagancia, al dolce far niente de un director al que no le niego calidad. Pero desde que llegó a invadir con sus cuchifletas la Plaza de Santa Ana, no hizo más que, en el mejor de los casos, comer el en en su avarienta mano, el pan ajeno. Derrocha millones trayendo por unos días a “troupes” foráneas, algunas de calidad. O repone sus viejos y pasados montajes. Ya que no sabe entronizar al santo, bueno es llevarse la limosna.

Urge desterrar lo bueno. Di las cosas se pueden hacer bien ¿por qué no hacerlas mal?.Y de esa guisa el señor Fenosa (gas sin electricidad lo suyo), el señor Alcalde lo satisfizo dándole, para que engorde más, la comida de las fieras,

El señor Gas de Moreno tiene que ser, se llevó por delante nada menos que a todo el gran teatro español. “Apaletó” el escenario primero y principal de España. Siervo de la falsa catalanidad no les extrañe que borre lo del Español lo mismo que la “carallitat” suprimió de un plumazo –para plumas la de ellos la Fiesta.

El cobrador del gas-¡cuidado con los mediocres!- se sumó a los falsos y ejercientes charnegos que se hacen pasar por catalanes- y pretendió matar dos pájaros de un tiro. Fue el “centellas” que asesinó a Tenorio y, por el mismo precio, quiso borrar el historial de un buen actor y gran torero, catalán, Mario Cabré que era tío suyo. Así castigó a un convicto y confeso del “Don Juan” y de la Tauromaquia. ¡Nunca le des una tiza a un jilipollas!

El Tenorio, tradición otoñal en varios teatros madrileños, que lo representaban en competencia, llenaba siempre el patio de butacas. Los espectadores querían contrastar las calidades. Las teatros nacionales traían, de la mano de Luis Escobar, los bocetos y escenografías de un Salvador Dali, por cierto catalán y buscaban intérpretes como los grandiosos Luis Prendes, Maria Jesús Valdés, Elvira Noriega..

Al “Español” llegaba el personaje de José Zorrilla, de la diestra mano de un Cayetano Luca de Tena. Y, más recientemente, dirigida por Gustavo Pérez Puig. Don Juan llegaba en otoño y, año tras año saltaba las barreras de diciembre y llegaba o pasaba de la primavera.

Hasta que llegó la conjura de los necios. Molestaban los llenos, hasta el gallinero, de los montajes obras de autores españoles como Lope de Vega, Lope de Rueda, Benavente, Jardiel Poncela, Miguel Mihura. López Rubio. Seguramente eran “fachas”. Como don Marsillach, muy señor nuestro, del que un grande, Arturo Fernández, nos recordaba recientemente que había ocupado cargos durante el franquismo y que llegó a Madrid con la bendita camisa azul y las flechas para que lo contratasen.

Fuese Don Juan en mala hora y aquí no pasó nada. Si, el desparrame dinerario de su antigua casa, el Español y el Maria Guerrero. ¡`Paga, pueblo, paga!. Con los impuestos de la recogida de basura puede mantenerse la mierda.¡ Mucha tiene que barrer la nueva Alcadesa doña Ana Botella!. Hoy y ayer se enriqueció a los tontos de monleón porque la derechona se avergüenza de si misma y dispone de las monedas de Judas para pagar a traidores.

Eran necesarias estas explicaciones para llegar, como felizmente hemos llegado, a sentar nuestras posaderas y a encender la voz del entendimiento del cuplé de Olguita Ramos y que volvía a donde solía, a Madrid, “Don Juan Tenorio”. (Si alguno de ustedes no se anima a visitarlo se perderá uno de los más bellos espectáculos de la cartelera madrileña. Porque, además de su suprema calidad, Zorrilla no aburre nunca con sus poéticos versos y hace reír con sus ovillejos.

Tres veces a la semana, reciben don Juan, Doña Inés y los suyos (apresúrense a coger sitio en un teatrito hermoso y de espacio mínimo pero cómodo) que a finales de noviembre despide a Don Juan. Ojalá que el público madrileño le ofrezca mayor hospitalidad porque el lugar en el que se representa esta divertida y solemne tragedia, es pequeño. Yo volveré una vez a la semana para que, después de aplaudir los jueves a Olga María Ramos – si, ella es el cuplé- devenga en afonía por mis entusiastas bravos a los intérpretes, actrices y actores de primerísima fila que nos reciben en su casa, el “Teatro Prosperidad” (ojalá sea de la Prosperidad), en la calle Mantuano29, centro del barrio más castizo, sede de los grandes intelectuales, de los Madriles. Gabriel Celaya, Onetti, Blas de Otero, Gloria Fuertes, Ayala..

(Guía para espectadores: autobuses l,9, y varios más. Metros a pie de obra: Prosperidad y Alfonso l3. No se prohíbe desplazarse en taxi. ¡Ea!)

Aquí verán a los magos del prodigio: Ángel Cercos (que es además empresario y director de la sala) es el “Don Juan” soñado por las “ineses” y esperado por los aficionados al teatro con mayúsculas. Así se dice el verso. No me gustan las comparaciones y no lo comparo a los grandes, cuya altura alcanza: Luis Prendes y Carlos Lemos. Portentoso director de escena sería capaz de montar “La vida es sueño” en un apartamento.

Pasemos a “Doña Inés”, Montse Martínez. No solo dice sino que siente el verso. Acaricia las estrofas, no las arroja como ahora se estila. He visto muchas actrices en su papel. Pocas, escasas, igualaron su dulzura, su arrebato, su candidez, sus miedos como ella. Quizás María Jesús Valdés, el genio, nos sirva de referencia.

Claudio Pascual es el perfecto “Don Luis”.La relación que él y Cercos declaman en “La Hostería del Laurel”, es tan convincente que tengo para mi que si en vez de esos versos leyesen ambos las páginas amarillas de la guía telefónica alcanzarían la misma altura que alcanzan con los versos.

Brígida no tiene que padecer anciana. Debiera ser, en todas las representaciones, como la bellísima Isabel Printz, un dia mujer del tiempo en Tele Madrid y hoy actriz de fuste.

Otro punto y aparte. Para Fernando Blasco, un “Ciutti” con el que el señor Zorrilla. Butarelli, Alfonso Martínez, es la naturalidad en persona y la gracia.

Descaro y naturalidad en la Pantoja (doña Ana, no confundir con doña Isabel) a cargo de Isabel González.

Fernando Delgado es el escultor, vaya, el Pepe Torres de este camposanto. Espléndido.

Seguiremos, en fecha próxima, repasando el elenco y el montaje. ¡Que delicia escuchar con música ambiental las danzas del Renacimiento que tantos “ballets” han inspirado.

Queridos lectores, entusiastas del buen teatro: A sentar plaza y posaderos en el teatro de la Prosperidad.


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