lunes, 8 de junio de 2009

Última del Aniversario en Madrid. Torear no es componer, torear es mandar

Publicado el 8.6.2009
Por Domingo Delgado de la Cámara
Fotografías: ©Dolores de Lara
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Lo tuve claro desde que le vimos matar el primer becerro: Rubén Pinar va a ser un torero importante. Su obsesión es poder a los toros por abajo, exprimir las embestidas. Quiero decir, su obsesión es torear. Harto estoy de cursis y pedantes que solo se preocupan de componer la figura mientras el toro va a su aire. Eso no es el toreo. Es la versión cursi y bisutera. Torear es lo que hizo ayer Rubén Pinar. Se lo llevaron por la Puerta Grande y me parece muy bien.
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Madrid. Plaza de Toros de las Ventas. Domingo 7 de Junio de 2009. Sexta de la Feria del Aniversario, y realmente vigésimo novena de San Isidro. Buen tiempo. Lleno. Seis toros de Alcurrucén, bien presentados. Mansearon en el caballo, pero tuvieron mucho que torear en la muleta. Destacaron el primero por su calidad, y el quinto por su casta. Antonio Ferrera (de lila y oro), silencio en ambos. Matías Tejela (de azul marino y oro), silencio en los dos. Rubén Pinar (de blanco y oro), oreja y oreja. Basilio Mansilla puso un gran par de banderillas al sexto de la tarde.
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Me gustó mucho la corrida de Alcurrucén porque, a pesar de que manseó lo suyo en el caballo, casi todos los toros dieron un juego muy interesante en la muleta. No eran toros bobos ni fáciles; pedían toreros valientes con muletas expertas. Y solo estuvo a la altura de la ocasión el más joven de la terna. Ferrera y Tejela tuvieron una tarde mediocre y, precisamente a ellos, les cayeron en suerte los toros más importantes del encierro.
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En el primero de la tarde quedó claro que Antonio Ferrera se encuentra en el peor momento de su carrera. Porque, dentro de un encierro exigente, este primero dio todas las facilidades al torero: un toro alegre y galopador e ideal para torear a gusto que, además, tuvo ritmo y recorrido. Por poner un pero al toro, yo diría que no humilló del todo, pero en todo caso era un toro de triunfo cantado. Ferrera planteó la faena cerca de los toriles y, aunque este era el terreno menos adecuado, el toro embistió mucho y bien. En el quehacer del extremeño sobró rapidez y desapego, y, por ello, faltó cadencia y ajuste. Faena rápida, de series cortas, llenas de movimiento, muy por debajo de un buen toro.
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En el cuarto, Ferrera banderilleó con brillantez: primero un par al cuarteo, después otro por los adentros y finalmente un quiebro. Todos los pares tuvieron exposición porque dejó llegar al toro. Este fue el único momento verdaderamente brillante de Ferrera en toda la tarde. Cuando cogió la muleta, se dobló bien con el toro y ahí se acabó todo. El toro no era fácil, era brusco y se metía por dentro. Exigía un esfuerzo y un derroche de valor que Ferrera no estuvo dispuesto a hacer. Se llevó el toro más claro y también el toro más oscuro. No estuvo bien con ninguno de los dos.
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Me gustó muchísimo el lote de Matías Tejela. Tuvo un primero bueno al que había que alargar la embestida, y un segundo enrazadísimo al que había que dominar. Después de una temporada en que parecía que empezaba a torear más despacio, Matías volvió a las andadas. Estuvo vertiginoso con el primero que solo pedía una muleta templada que lo llevara hasta el final. Y en el quinto pidió la cuchara. Mucho ojo con el quinto: muy bajo y bien hecho, pero astifino hasta la cepa. Pedía los papeles en todos los viajes. Un toro extremadamente agresivo.
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Siempre se ha cantado la clase almibarada de lo de Núñez, pero con algo que me encanta, muchas veces saca toros tremendamente enrazados. Este era uno. No consentía nada mal hecho y al menor descuido podría coger al torero. Un toro de cara o cruz y con cinco años y medio, con lo que ello supone. Había que estar muy asentado, muy cruzado, echar la muleta muy por delante y llevarlo muy por debajo hasta el final. Y ligar los muletazos sin quitar nunca la muleta de la cara. Esto se dice muy fácilmente, pero ¿quien es guapo que lo haga? Si Matías hubiera sido capaz de darle veinte pases limpios y ligados, hubiera logrado un éxito de clamor. Pero para ello era preciso un valor sobrehumano. Matías Tejela sabía que como el toro le cogiese, no le iba a perdonar.
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Así que por allí anduvo, echándose al toro fuera, corrigiendo la colocación constantemente y dando muletazos, casi todos enganchados. Ha debido sudar la gota gorda viendo como a cada enganchón el toro respondía con una violencia inusitada. La fiereza, eso que tanto asusta a los toreros. Este es de los toros que hace daño moral: o lo puedes o te puede. Y pudo el toro. Ya se sabe como son los toros de órdago: te lo pueden dar todo, pero hay que ser capaz de pasarlo muy mal durante diez minutos y olvidarse de lo que puede llegar a hacer como agarre al torero. “Cornete”, número 228, ¡menudo toro! Me hubiera gustado ver con este toro a Pinar.

Rubén Pinar estuvo muy bien con dos de los toros menos agradecidos de la buena corrida de Alcurrucén. Al tercero apenas le picaron y, a pesar de eso, se vino muy pronto abajo. Rubén se puso cerquita, le sacó algunos muletazos limpios y, después de una estocada de mucha entrega quedándose en la cara, cortó una orejita. Pero lo bueno llegó en el sexto. Como el toro echaba la cara arriba, no se dejó picar. Llegó engallado a la muleta. Había que dominarlo. A Pinar le bastó una serie con la mano derecha para acabar con el toro. Una serie cargada de mando y poderío, bajando la mano lo indecible y echándose el toro hacia la cadera dio Rubén Pinar una serie de derechazos extraordinarios. El toro, sintiéndose podido, ya no estuvo dispuesto a embestir igual y empezó a echar la cara arriba y a quedarse más corto. Por eso el toreo con la izquierda no fue tan hondo como aquella serie de derechazos. Rubén lo resolvió con limpieza y con muy buenos pases de pecho como remate de las series.

Y un dato importante: los “intelectuales” del siete le estuvieron hostigando durante toda la faena. No se dejó amilanar por el ambiente y siguió a lo suyo. Gran estocada en lo alto, otra oreja y Puerta Grande. Los catadores de las esencias de lo cursi dirán que es un torero vulgar y que no ha merecido la Puerta Grande. Que digan lo que quieran. Lo importante es la proyección que ha mostrado y lo que puede llegar a ser. Y más teniendo en cuenta lo poquísimo que ha toreado como matador. Este es otro que ha venido para quedarse.

Daniel Luque, Miguel Tendero y Rubén Pinar componen una terna de toreros novísimos que deben estar en todas ferias. Es un cartel de toreros jóvenes de gran interés. Buen grano les ha salido con estos tres a los toreros instalados en las ferias porque, además de torear bien, estos tres chicos tienen ambición. Es muy bueno para la fiesta que surjan nuevos toreros y es de una torpeza abrumadora negarles y ponerles piedras en el camino. Yo estoy encantado con esta tercia novedosa.
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Carnicerito de Rekakoetxe, venido desde Bilbao a ver las últimas corridas de la feria, me ha dicho: “¿Has visto? Tengo que venir yo para que se arregle la feria. Me estáis contando penas; vengo yo, y dos puertas grandes. El año que viene tendréis que comprarme un abono para que bendiga la feria”. “De acuerdo, le respondo. Pero un abono del alto del seis, donde da el sol toda la tarde. Y tienes que venir vestido de cura, con sotana y alzacuellos para que la bendición sea como Dios manda. ¡No te va a salir gratis, majo!”.
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